Hector

Hector quizá no es tanto un guerrero, sino más bien una fuerza bélica de la naturaleza, un agresor entre los agresores y un hombre verdaderamente forjado en la guerra. Obsesionado con el combate y las competencias, Hector derrotó a los guerreros más fuertes de su tribu nativa antes de aventurarse a buscar enemigos más dignos, un camino que inevitablemente lo llevó, junto a muchos otros que compartían su inclinación agresiva, a la “Tierra Santa” de los gladiadores: la Arena Sangrienta. Los otros guerreros de la tribu de Hector siempre habían hablado del lugar en una entonación legendaria, hablaban de su época de gloria y la fuerza inigualable de los guerreros que se encontraban ahí y provenían de toda Aurelica. Independientemente de la fuente de estas historias, la Arena, a veces en malas condiciones y llena de forajidos, esclavos, exiliados y escoria en general, no estaba ni podía estar a la altura de tan gloriosas expectativas. Hector llegó finalmente a Crisas después de un tiempo para descubrir una organización mucho más comercial y centrada en los costos de lo que había esperado. Sin embargo, un sueño es un sueño. Hector se anotó para participar, decidido al menos a conquistar a todos los aspirantes aquí como lo había hecho en su tribu. Aquel día nació una nueva leyenda, en cierto modo más importante que las historias de poderío de la Arena Sangrienta, ya que Hector no tardó en dominar todas las competencias y hacer historia como el campeón más longevo de la Arena.